Editorial en español

A pesar de calendarios y relojes, el tiempo no es medible – nadie puede decir cuánto realmente es un minuto o una hora. Ciertamente es lo suficientemente corto para pasar desapercibido, pero también lo suficientemente grande para cambiar el mundo. Cada uno de nosotros tenemos 24 horas diarias a nuestra disposición. Para algunos de nosotros este tiempo pasa de forma rápida y tranquila, pero para otros puede utilizarse para la creación de algún hecho de renombre mundial. Pero todos nosotros somos capaces de una realización de clase mundial (o dos, o tres). Podemos no ser capaces de ganar un premio Nóbel, pero podemos convertirnos en líderes de renombre mundial en nuestro campo científico. Existimos a un nivel base pero tenemos un potencial máximo. Demasiadas personas creen que no tienen las herramientas mentales para llegar a ser un líder mundial, demasiadas personas creen que no tienen tiempo para realizara grandes cosas, demasiadas personas creen que no tienen oportunidades para realizar proezas de renombre mundial. Pero esto no es cierto. Muchas invenciones / creaciones fueron hechas por alguien como usted o como yo. Esas personas no eran mucho más inteligentes que usted o que yo, no eran más inventivos que usted o yo, no tenían más suerte que usted o que yo. Pero fueron capaces de mejorar su estatus por saber como maximizar sus capacidades mentales y sus oportunidades. Cuando me convertí en investigador educacional en el MIT, quise saber exactamente cómo me compararía con investigadores y profesores de renombre mundial que también trabajaban en el MIT. Me preguntaba cómo me mediría con los alumnos del MIT, que también eran pensadores de clase mundial. Me preguntaba qué sabían ellos que yo no sabía; me preguntaba cómo podría ser como ellos – ¿qué tenían ellos que los hacían mundialmente conocidos? Durante mis primeros meses en el MIT, uno de mis principales objetivos fue reunirme con tantos premios Nóbel como me fuera posible. Quería saber qué era lo que les había impulsado a alcanzar tanto éxito. También quería conocer a cuántos profesores de renombre mundial pudiera. Otra vez, para saber qué les había hecho diferentes de los otros seres humanos del planeta. En aquel momento, me acordé de algo que Albert Einstein había dicho: “Yo no soy más inteligente que cualquiera, simplemente aguanto más tiempo con una tarea”. Bien, Einstein fue más inteligente que la mayoría de la gente; él simplemente estaba siendo humilde. Pero esta observación sobre la “persistencia” y la “curiosidad” fue muy cierta. Era una joya de sabiduría. A medida que conocí e interaccioné con la gente del MIT que había sido galardonada con el premio Nóbel, se hizo evidente que su nivel de curiosidad junto con su persistencia era significativamente diferente del resto de la población. Nota: Yo también observé que los premios Nóbel en el MIT eran muchos más altos que yo, pero no pareció ser un factor relevante. También IEEE-RITA Vol. 4, Núm. 4, Nov. 2009 iii